Por su interés y calidad, reproducimos la presentación del cartel de Semana Santa del Distrito de Los Remedios que corrió a cargo del periodista D. Pedro Domínguez, quien supo describir con maestría el vínculo entre el barrio y la Hermandad, a través de la figura de María Santísima de la Victoria:
“Señora Delegada del Distrito Los Remedios; Señor Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad de la Sagrada Columna y Azotes (Las Cigarreras); Señora Directora del centro; Comunidad de las Hijas de la Caridad; Señor Director del Distrito Triana; Señor cartelista; Señor Director y músicos de la Banda de Cornetas y Tambores; Señores Hermanos Mayores y representaciones de hermandades; Señoras y señores.
Aunque hay un tiempo para todo, en Sevilla vivimos siempre en el tiempo presente. Ni la idea ni la frase son mías. Ha querido la casualidad que comenzara ayer mismo, mientras preparaba esta breve presentación, la lectura de Crítica de la Razón sevillana, un estupendo libro del profesor Ribas Alba que, de paso, les recomiendo vivamente su lectura.
Siempre vivimos en presente porque esta ciudad tiene muchos presentes. Pero todos caben en la Semana Santa. Yo diría más: la Semana Santa es el tiempo perfecto. Conjuga en presente de indicativo, con memoria en pretérito y futuro en subjuntivo. Todos los tiempos de la ciudad están en la Semana Santa.
Y porque cada tiempo debe anunciarse, nacen costumbres hermosas como ésta que nos congrega esta tarde. El Distrito Los Remedios presenta por segundo año el cartel de la Semana Santa de su barrio. Sí: costumbre, cartel, Semana Santa y barrio son palabras que casan bien con Los Remedios, aunque haya quien piense lo contrario.
Se tildan sus calles como inhóspitas para las tradiciones de la ciudad. Se dice que su fisonomía está falta de la calidez y el tacto del corazón de todo barrio. Hay quien mira Los Remedios como una simple traza moderna en un plano en el que la geometría de sus calles responden a un patrón árido y frío. Qué equivocados están.
No puede ser árido, ni frío, ni inhóspito el barrio que tiene a la Virgen de la Victoria. La que muchos consideramos una de las dolorosas capitales de la Semana Santa de Sevilla. Quien les habla va más allá, considerando a la Victoria la imagen más perfecta en términos absolutos. Siempre he dicho que pocas como esta Virgen son capaces de fundir en la excelencia artística de su imagen el equilibrio justo entre el realismo trágico y el idealismo trascendental de las grandes imágenes sagradas de Sevilla. Extremos en apariencia irreconciliables son sublimados en la Victoria. Todo perfecto: desde el nombre hasta su ajuar; desde el día en que procesiona hasta el paso en el que lo hace; desde su cofradía a quienes forman su hermandad. Todo perfecto en la Victoria. Todo rotundo en la Victoria. Todo admirable en la Victoria.
Piensen si no qué otra imagen podría soportar devocionalmente tantos vaivenes en su peregrinar por la ciudad, tantos avatares que la desterraban a involuntarios ayunos de oraciones en templos y capillas desiertas por los que ha pasado, tantas modas que se llevaron enseres e imágenes fuera de nuestra ciudad. No se equivoquen: es la perfección sagrada de la Virgen de la Victoria la que la hace precisamente seno cálido en terreno inhóspito.
Y es la Virgen de la Victoria y su Hermandad de las Cigarreras la que hace de Los Remedios barrio. Igual que la Virgen de los Dolores le dio al Cerro barrio; igual el Cautivo le dio al Tiro de Línea barrio; igual que el Gran Poder le da a San Lorenzo barrio; igual que el Refugio le da a San Bernardo barrio. Sí, digo bien: las imágenes le dan a las calles y plazas forma de barrio, alma de barrio, tacto de barrio, identidad de barrio, y no al revés.
Cuando la Victoria llegó a Los Remedios, en 1965, este barrio aún estaba naciendo. Casi sin historia sus calles, sin alma sus espacios y con pocos vecinos todavía, esta Hermandad vino aquí no obligada —aunque lo pareciera— por su vinculación al gremio que históricamente le ha dado nombre. La Victoria vino a Los Remedios como llamada por un espacio huérfano de calor y espíritu. Al más nuevo barrio de la ciudad de entonces le hacía falta cofradía para ser parte de Sevilla. Es así —qué le vamos a hacer— aunque haya quien no quiera verlo. La absoluta perfección de la Victoria recaló en este lugar para hacerlo barrio.
Es milagroso ver cómo esta Virgen renunció a la barroca solemnidad de las piedras del hoy Rectorado por los ladrillos industriales de la factoría cigarrera. Renunció a la ancha calle San Fernando y la luminosa Puerta de Jerez por una calle Asunción entre andamios y una Plaza de Cuba aún en obras. Renunció a la recogida penumbra de la capilla de la lonja por las modernas vidrieras y la planta modernista de su actual casa. Renunció a sentirse arropada por la muchedumbre en su vuelta por el centro por el fiel semivacío de unas calles devoradas por la impaciencia de la Madrugada. Y más aún: ya en su nuevo barrio, renunció al calor de puentes históricos y calles estrechas por el San Telmo moderno y por un Paseo Colón que la introduce —eso sí— en las calles más hermosas de su recorrido de ida a la catedral. A todo renunció la Victoria por quedarse en Los Remedios.
Por eso este barrio es hoy un tributo que se rinde ante la grandeza de esta Virgen. Por eso la incansable intención de la Hermandad es permanecer fiel no ya a la perdida justificación gremial del sitio en el que se encuentra, sino a Los Remedios como casa, como acudidero y como refugio.
Permítanme que les cite, nuevamente, a José María Ribas Alba, cuando dice en su libro que la Virgen es para Sevilla “el premio a una religiosa fidelidad”. Exactamente lo mismo puede decirse de lo que es la Victoria para los Remedios: el premio, el más perfecto premio, a la religiosa fidelidad que barrio y Virgen, Virgen y barrio, se tienen.
Ya está dicho lo que nos congrega. Ya está dicho lo que justifica que estemos esta tarde aquí, gracias a la generosidad de la dirección del Colegio de Santa Ana. Demos paso, pues, a los verdaderos protagonistas de la presentación del Cartel de la Semana Santa de Los Remedios: hermandad, cartelista y barrio.
Otra de las cosas que esta Hermandad le da a la Semana Santa de Sevilla es su música. Una de las mejores bandas de cornetas y tambores de la ciudad está aquí, en los Remedios. Las Cigarreras es a la música cofradiera lo que la Filarmónica de Londres es para la música universal. ¿Que exagero? No exagero. La Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras bebe del pozo de aguas puras de las bandas del Maestro Patón y la Centuria Macarena, casi las únicas que existían cuando nació en 1979, y el estilo de la Policía Armada. Lo dicho: una filarmónica de las cornetas y tambores.
¿Que exagero al decir esto de las Cigarreras? No exagero. En tiempos de confusión en la Semana Santa, hasta las cosas más obvias deben ser recordadas. La grandeza de esta banda no se la da solo el esfuerzo de sus componentes, el acierto de su dirección, la entrega de su hermandad o el merecido prestigio del que gozan dentro y fuera de Sevilla. Son fieles a un estilo —serio, grave y, a la vez, vivazmente popular— con el que nos recuerdan dónde está el norte de la brújula cuando se oyen tantas cosas que hacen errar el rumbo de la dirección en la que va la música de la Semana Santa.
Suena la marcha Azotes. Suena la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras.”